Tierra nevada, paisaje gris, solo faltan un par de huérfanos para que parezca una novela de Dickens. Pero nada podría estar más lejos de la realidad. Hace calor, es evidente, y lo evidente es innegable. De nuevo, hace calor. De nuevo, no puedo pensar con claridad. Y siempre pasa lo mismo cuando no puedo pensar con claridad: hago alguna estupidez.
En estos días tórridos, casi deseo un invierno ruso. Un invierno frío, muy frío, en San Petersburgo. Y sin casi. Lo deseo, de verdad, pasar frío, sentir que no puedo mover los dedos, y no sacar la lengua de la boca por temor a que se me congele. Sí, lo deseo. Menuda tontería... Sin duda lo es.
Queremos lo que no tenemos, y cuando lo tenemos queremos otra cosa, incluso a veces lo contrario :)
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